martes, 26 de abril de 2016

LA LUZ DE LA LUNA EN EL OJO DE MONTGOMERY CLIFT


Encontré una foto de Montgomery Clift
con la luna metida en el ojo.
La foto es preciosa
y quiero hacer algo con ella.
Un poema, pienso,
que buena foto para un poema si supiera hacerlo.
Muchos días la miro y la miro
y al final, ese pequeño círculo blanco me molesta,
le afea el rostro de actor,
tan bonito como lo tiene.
Es minúscula y brillante
como el fogonazo de un disparo
en un plano abierto en blanco y negro,
y ahora sustituye al iris,
me imagino que empieza a crecer y crecer,
y amenaza con comerse el ojo,
la mejilla, la cara entera.
El otro ojo está libre de manchas,
oscuro y profundo.
Capto la imagen y la amplio
para ver los surcos de la luna,
grietas secas sin agua
del color de la naranja caída al suelo hace días.
Él no se la ve,
ni siquiera sabemos si miraba a la luna en ese momento.
Quizá vio la foto después.
Tal vez no fue un momento fugaz
captado sabiamente por un fotógrafo hábil,
tal vez fue algo estudiado.
Nos gusta pensar que no,
que si se hubiera movido siquiera un par de milímetros
la luna hubiera desaparecido de su ojo
y el fotógrafo hubiera perdido su momento.
Pero divago.
El caso es que ahí estoy yo,
mirando y mirando la foto.
Podría colgarla en mi pared,
tengo esa decisión pendiente,
quizá lo haga, la foto es bonita,
pero no se si soportaría
ver esa mancha amenazante
un día tras otro
en el ojo de Montgomery Clift

27 d'abril de 2016