domingo, 18 de noviembre de 2012

Todos están muertos

Me doy cuenta
que a partir de ahora
toca empezar a perder.
Cuando pienso en ello
solo se me ocurre
cambiar la inclinación de mi letra.
Allá adelante no veo más camino
que el puente que tanto vértigo da,
entonces trato de hacer
las oos y las aas más pequeñas,
de seguir una perfecta línea recta imaginaria,
de centrar los acentos y los puntos,
de ralentizar el ritmo de la letra al escribir.
Espero que este gesto me centre, igual que a los acentos,
y me de la serenidad que aún no tengo,
y que tanto voy a necesitar,
cuando explote el techo
que me cubre la cabeza.
Porque un día veré
el cuerpo desplomarse frente a mi
mientras mis manos estén ocupadas
intentando salvar otra vida.